Sergio Mira Jordán

Entrevista Novelda Digital

Con motivo de la presentación en Novelda (Alicante) de mi última novela, Bajo las piedras, el periódico local Novelda Digital me hizo una entrevista, que publicaron en la edición impresa del mes de mayo de 2018. Aquí os dejo la página y, más abajo, la transcripción de la entrevista. Sirvan también estas líneas para, de nuevo, agradecer al director del diario, Antonio Ayala, y al periodista Antonio Lorente, por hacerse eco de la publicación de la novela, inspirada en un crimen real que ocurrió en el pueblo en los años 80.

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—Vuelve al mundo editorial de manos de la novela negra. ¿Es un género que funciona bien entre los lectores españoles?

Si atendemos exclusivamente a la lista de libros más vendidos, podríamos afirmarlo. Ahora mismo, La bruja, lo último de Camila Läckberg, está en la primera posición. Pero es una lista muy diversa, con César Brandon, Elísabet Benavent, Arturo Pérez-Reverte, Fernando Aramburu y Boris Izaguirre. El problema de que algo «funcione» es que se puede caer en las peligrosas modas. De algún modo, la novela negra siempre ha estado de moda, pues siempre ha tenido lectores. Sin embargo, creo que el primer lector tiene que ser uno mismo y, de este modo, escribir lo que uno quisiera leer. Y, por ahora, todas las historias que me han venido a la cabeza pertenecen a ese género: negra, criminal, policiaca…

—Concretamente estamos hablando del «true crime». ¿Es más fácil convertir en novela un suceso real o prefiere crear la historia desde cero?

Exacto. Bajo las piedras es una novela inspirada en hechos reales. Eso tiene su dificultad, porque hay que subrayar: se trata de una novela y, por lo tanto, de una ficción. Que se aproveche un suceso real para crear ficción no es nada nuevo: ahí tenemos, por ejemplo, a Mariano Sánchez Soler y su premiada Nuestra propia sangre, que novela el crimen de la dulce Neus; y todos conocemos a autores que han escrito auténticas crónicas sobre crímenes reales (James Ellroy sobre el asesinato de su madre; y el canónico A sangre fría, de Truman Capote). En el crimen en concreto que narro aquí me beneficié de lo poco que se publicó en la época para poder darle más alas a la ficción. Por así decirlo, cuantos más datos haya es más complicado para mí inventar, porque la realidad dificulta u obstaculiza la ficción. Necesito tomar distancia para crear los personajes, el hilo narrativo, los diálogos. Sin ir más lejos, con el crimen de Patraix que ha golpeado Novelda en los últimos meses está ocurriendo justo lo contrario: se ha publicado tanto en la prensa que sería difícil sentarse a imagen una trama de ficción que huyera de la mera crónica.

—La novela transcurre «en una ciudad de Alicante». ¿Hasta dónde está Novelda implicada en este libro?

Tal como hice en El asesino del pentagrama, ambienté la trama en la ciudad ficticia de Del Monte, trasunto literario de Novelda. Los lugares son noveldenses, las calles son noveldenses, los comercios son los que había en esos años 80 en los que se ambienta la historia.

—¿Se verán reflejados algunos vecinos en las páginas del libro?

Quien conozca el caso es obvio que podrá ponerle cara al matrimonio protagonista, pero incluso la descripción física y los nombres se han cambiado. Solo es cierto el hecho que se narra, pero no los diálogos, los personajes secundarios, los pensamientos de uno y otro. Tampoco hay ningún personaje basado en nadie en concreto, salvo un par de guiños que únicamente conocerán aquellos que también me conozcan mucho a mí. Solo me he permitido el placer personal de bautizar a un personaje con el nombre de un amigo, dándole una profesión que no es la suya.

—¿Cómo se documentó sobre este crimen ocurrido en los años 80?

Todo parte de una noticia del periódico. A través de las hemerotecas digitales encontré un pequeño recorte y, tirando del hilo, preguntando aquí y allá, tocando muchas puertas y hablando con muchas personas, pude cerrar el círculo y conocer el hecho real casi en todos sus detalles. A partir de ahí, tocaba lo más difícil: construir las tramas, los personajes, el proceso de documentación…

—¿Qué es lo que más «engancha» de la historia?

Sería complicado para mí responder a esa pregunta, pero espero que la novela enganche por la forma en que está escrita: en presente, a modo de pequeños capítulos que narran el día a día, in crescendo de principio a fin. Quienes conozcan el caso sabrán cómo termina, pero ignorarán cómo se llega al proceso en sí, o cómo imagino que sucedió todo, o qué ocurre con la trama secundaria. Los antiguos griegos se dedicaron a poner sobre el escenario las mismas historias una y otra vez, pero el público se sorprendía por un nuevo giro o por la belleza de los diálogos. Por eso tienen éxito las historias basadas en el naufragio del Titanic o en el desembarco de Normandía, por ejemplo: sabemos cómo va a terminar todo, pero queremos saber cómo ha decidido el autor llevarlo a término, desde qué perspectiva.

—Es su quinta publicación, ¿cómo reaccionan sus lectores? ¿Qué aceptación tuvieron las anteriores?

Lo difícil para los autores que no tenemos un nombre reconocido es publicar. Partiendo de ahí, el éxito viene cuando podemos publicar sin tener que costearnos la edición y, además, escribiendo lo que de verdad nos nace de dentro. Parece mentira, pero todavía hay editoriales serias que confían en una historia, sea cual sea el nombre que la firma.

—El próximo 18 de mayo se presenta en Novelda, ¿es importante para usted darla a conocer en su ciudad?

Importantísimo. Casi obligatorio. Aunque vivo fuera (y en mi caso la palabra adquiere todo su significado), al editor le dije que la primera presentación tenía que ser en el lugar donde nací.

—¿Qué proyectos (que se puedan contar) tiene en estos momentos?

Tengo dos novelas en el cajón, en ese proceso de espera, relectura y corrección que es tan necesario para pulir una obra al máximo. Y varios cientos de páginas de documentación para una próxima historia que debo anotar, organizar y clasificar antes de sentarme a darle forma.

—¿Quién es su escritor o escritores de referencia?

Cada semana podría decir uno distinto, pero al final uno siempre recurre a Paul Auster, Richard Ford, Chuck Palahniuk, Jorge Luis Borges, Franz Kafka, Milan Kundera, Dante y un larguísimo etcétera.


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