Sergio Mira Jordán

Historia de mi pueblo

Hay libros que devoras al instante, una vez fuera de la librería, recién pisada la calle, o una vez abierto el sobre que contiene el envío. Sin embargo, otros libros aguardan en la estantería el momento justo de ser leídos. Porque hay volúmenes que necesitan ser comprados en una época concreta de nuestras vidas pero cuya lectura, no obstante, quizá requiera unos años de espera. Esto último es lo que me ha pasado con Història de Novelda. El passat d’un poble, del historiador y profesor noveldense Antoni Rico i García (Edicions Locals, 2011).

Cinco años ha pasado este libro en mi casa antes de que lo cogiera y, literalmente, lo terminara en unos días. Escrito en valenciano, con un lenguaje ameno y claro a pesar del rigor histórico del autor, Història de Novelda recoge en 384 páginas un sucinto repaso al pasado del pueblo que nos vio nacer, desde la Prehistoria hasta la Transición. Por deformación profesional, el grueso del libro se dedica a la Historia Contemporánea, aunque esto también tiene un motivo evidente: cuanto más nos acercamos a nuestros días, los documentos y archivos crecen. Asimismo, muchos de los más que seguros yacimientos arqueológicos existentes en nuestra ciudad se encuentran bajo las casas, en los cimientos en las viviendas levantadas hace décadas y en una época en la que no se hacían demasiados miramientos a la hora de proteger y recuperar el patrimonio propio.

El libro, como escribe Pau Herrero i Jover, cronista local, en el prólogo, debería estar en las estanterías de todas las casas, colegios e instituciones noveldenses. Y yo me atrevo a decir más: no solo esa presencia debería limitarse a un espacio en las bibliotecas públicas, sino que el libro debería formar parte, de alguna manera u otra, de los planes de estudio de secundaria de los institutos de Novelda. A priori es algo inviable, y máxime cuando uno ve la carga ingente de contenidos que tiene la asignatura de Historia, pero la voluntad lo puede todo. Los alumnos podrían leer el libro como parte del plan de lecturas recomendadas del Departamento de Humanidades, realizando un trabajo monográfico sobre cualquiera de los temas abordados en el volumen, contactando con el Archivo Histórico local, con el Museo Arqueológico, con el propio cronista o, por qué no, entrevistando a sus abuelos o bisabuelos (entrevistas que habrían de grabarse y editarse para luego subirse a YouTube y construir así una especie de videoteca de la memoria colectiva local) para profundizar y valorar los distintos puntos de vista sobre la década de los 30 y 40, fechas que engloban parte de los sucesos más importantes de nuestra historia reciente, tanto local como nacional, y que, por desgracia, va sumándose al olvido por el fallecimiento de sus protagonistas o de quienes vivieron esos días convulsos de nuestro pasado.

Por otro lado, si alguna pega tiene Història d’un poble es sus pocas fotografías. Durante su lectura, eché en falta más imágenes de los restos arqueológicos que se conserva en el Museo local, más retratos de los protagonistas de nuestra historia, más fotografías de los lugares emblemáticos de nuestro municipio, para ver de ese modo la evolución urbanística de Novelda.

En conclusión, el volumen de Antoni Rico i García es altamente recomendable, uno de esos libros que han de leerse con el lápiz en la mano y subrayando pasajes. Uno de ellos, con el que quiero cerrar esta breve reseña, nos lleva al siglo XVIII y a la decisión de las autoridades locales de poner en práctica cuanto antes la Real Cédula de 11 de mayo de 1783 por el que se regualaba la educación femenina. El Ayuntamiento de Novelda se puso en contacto con la marquesa Margarita Sureda para pedirle cien libras anuales con las que costear el salario de las dos maestras necesarias para la nueva escuela. Fue una de las primeras escuelas de ese tipo construidas en España, algo que, hoy en día, nos debe alegrar desde el punto de vista etnográfico. El 9 de julio de 1783, en una carta reproducida en el libro que nos ocupa, la marquesa da su aprobación: envía 250 libras para iniciar las obras y las 100 libras para pagar a las maestras, cincuenta cada una, lo que suponía todo un avance en la época, pues suponía veinte libras más que lo que solían recibir las mujeres. Es decir, en Novelda se produjo un hecho insólito de igualdad salarial. Tras este apunte, se abre una sección dedicada a nuestro paisano más ilustre: Jorge Juan y Santacilia. Pero no solo de prohombres se habla en el libro. A fin de cuentas, la verdadera historia de los pueblos la hacen sus anónimos habitantes, aquellos que, sin duda alguna, leerán el libro de Antoni Rico con pasión y aprenderán de todas y cada una de sus páginas.

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