Música y fiesta siempre han ido de la mano. Y es importante que sigan yendo, sobre todo en estos tiempos actuales de crisis económica donde se podría caer en la tentación de recortar en este aspecto: menos bandas de música, menos grupos, menos músicos, pero que sin embargo toquen más tiempo y suenen más. Así que, como hay un momento en el que una persona no puede hacer sonar más fuerte su instrumento, podríamos llegar a la fatídica conclusión de que un aparato electrónico es más barato, suena muchísimo más y encima no hay que darle de comer. Estoy convencido de que, por el bien de la fiesta de moros y cristianos, nunca se llegue a esa situación extrema.
No debemos olvidar nunca que la música en directo es un elemento fundamental de nuestras fiestas, de la Fiesta en general. ¿Qué sería de los desfiles y las entradas sin esas bandas venidas de cualquier punto de la provincia para acompañar la vistosidad de los trajes y marcar el paso firme de las filàs? ¿Qué sería de los músicos, de ese gozo que produce arrancar unos aplausos al público gracias a la fuerza de las notas y la belleza de las melodías? ¿Qué sería de los compositores si no pudiéramos dedicar nuestras piezas a cabos, escuadras, capitanes y abanderadas, si no tuviéramos el placer de oír nuestros acordes vibrando por las calles al compás de los timbales?
El año pasado tuve el honor de dirigir a todas las bandas después de la Entrada, el 19 de julio por la tarde. Ese día, además, se interpretaba el pasodoble festero que compuse expresamente para ese acto y en honor a todos los festeros noveldenses, pasados, presentes y futuros. El pasodoble Novelda en Fiesta fue una petición de la Junta Central, un modo más de engrandecer una Fiesta que tiene ya más de cuarenta años. Esa tarde, desde el balcón del Ayuntamiento, me puse al frente de cientos de músicos. A mi lado, Francisco Montero, creador de la letra, unos hermosos versos que los festeros habrán de hacer suyos para que así acudan a cantarlos con confianza. Al otro lado, José Eugenio Pérez, incansable presidente de una Junta Central al que le ha tocado vivir los peores años en cuanto a economía, pero que disfruta de una época espléndida de humanidad por parte de todos los festeros y festeras, reflejo del espíritu noveldense. Y lo demuestran actos como el Fester Solidari o la recaudación de las sillas de la Entraeta de Flores a asociaciones benéficas locales.
Cuando José Eugenio me llamó solicitándome una pieza para la Fiesta no pude negarme. Ya había compuesto otras obras festeras, por supuesto, como el pasodoble festero Des-filà, en 2006, o la marcha cristiana Baixen els Desbaratats, al año siguiente, ambas dedicadas a filàs de la comparsa Mozárabes. Igualmente compuse el pasodoble de concierto Betania06, año en el que tuve el honor de participar en el equipo de dirección de nuestra revista de fiestas encabezado por mi amigo Jesús Navarro. Y en julio de 2010 estrené el pasodoble Luis «el Pasiego», dedicado a mi amigo Luis Martínez, cabo de la histórica filà «La Polseguera» de la comparsa Astures. Sin embargo, componer una obra, un pasodoble festero, que fuera emblema de toda la Fiesta noveldense era todo un reto. Finalmente se decidió que mi pieza, con letra del poeta Montero, fuera la que «abriera» las Fiestas de Moros y Cristianos en aquella jornada inicial del 19 de julio.
Tal y como ya había hecho en 2009, me puse delante de todos los músicos, pero ahora con mayor responsabilidad si cabe. Y salió perfecto. Está claro que todo puede mejorarse, y quizá llevando un coro esa tarde ayudaría a que la tonadilla de la música y la letra sean más fáciles de retener (tal y como se hace en el acto de homenaje a Jorge Juan, el 5 de enero, por ejemplo). Es necesario, pues, que todos los festeros se impliquen en un acto importantísimo que tiene una acogida espectacular en otras ciudades de la comarca. Porque igual de importante es una Entrada Cristiana o Mora, o la Embajada, que un acto en el que los protagonistas son los músicos y la misma música, elemento fundamental de cualquier Fiesta.
Juntos, músicos y festeros, tenemos el deber de colaborar para seguir haciendo grandes y universales nuestros Moros y Cristianos.