Sergio Mira Jordán

La enciclopedia visual de nuestros días

La enciclopedia visual de nuestros días
Octubre de 2007   NOVELDA DIGITAL

En 1979, el grupo Dschinghis Khan publicó un sencillo titulado «Moskau». Esa canción, absolutamente bailable al 100% (¡benditos años ochenta!), se ha convertido, treinta años después, en la banda sonora del anuncio de la nueva gama ecológica de una conocida marca de automóviles. Y, por así decirlo, en todo un fenómeno de Internet (busquen en YouTube y disfruten).

Lo cierto es que cuando ves las imágenes de la actuación de Dschinghis Khan parecen el grupo Parchís (con Dado incluido), liderados por una suerte de Tino Casal. Pero en alemán.

YouTube es algo así como la enciclopedia visual de nuestras vidas. Y no es nada nuevo… Lo que pasa es que yo, aunque siempre procuro llegar puntual a las citas, casi siempre llego tarde a las cosas: hace poco descubrí eBay (una maravilla, por cierto) y hace un poco más YouTube. Pero YouTube bien empleado, por supuesto. Nada de buscar esos vídeos de gente que cuelga sus borracheras findesemanales y las mejores fotos de sus novias (puede que actualmente ex novias) montadas en una serie de secuencias con música de Alejandro Sanz y repletas de transiciones estrella a lo Homer Simpson.

No. Lo mío es la nostalgia —quien me conoce lo sabe—, esa nostalgia pasajera e indómita que aparece de tanto en tanto, y a medida que transcurren los años con muchísima más frecuencia.

En YouTube se puede ver uno de los momentos más grandes del cine español: el pesaje de Andrés Pajares en Yo hice a Roque III (1980), en unos años en los que parecía que en las películas siempre salían los mismos. La carcajada final llega cuando Antonio Ozores termina por desesperarse y dice: «pues tiene que pesar veinte mil pesetas y pico»…

Hace unos días descubrí unas entrañables imágenes de El Show de Monleon, el mítico programa de Canal 9 que nadie sabía exactamente en qué consistía realmente, pero donde Joan Monleon regalaba «deu mil pessetes» a diestro y siniestro (el cuartelillo de una comparsa de Novelda se costeó gracias a ese programa), la paella rusa repartía cuantiosos premios y la gente de toda esa Comunitat Valenciana de principios de los noventa se esforzaba en averiguar «on sonen hui les nostres campanes?». Por no mencionar a las «monleonetes» (o «vidrioletes»), que cantaban eso de «a guanyar diners, on estan?, on estan?» y se paseaban por el plató con un par de huchas cada una.

Eran otros tiempos… Mis tiempos, de acuerdo; ni mejores ni peores que los tiempos de los otros, sino diferentes. Mi infancia, por ejemplo, fue muy distinta a la de mi amigo Pedro Traste, pero me hubiera encantado haberlo conocido en esa época. No es lugar ahora de hablar de cuando yo era pequeño, ni mucho menos. Tiempo habrá. En otro momento. Quizá amparados por las mesas de todos esos bares que ya no existen, por todas las palomitas de maíz que tirábamos desde la segunda planta del Cine Club Dehon. Quizá mientras le damos patadas al balón de los recuerdos en el «huevo» de la Glorieta («tafa» no vale) o mientras perseguimos por Novelda a las niñas que nunca tuvimos en nuestra clase.

Mientras tanto, mientras llega el momento de la memoria, mientras se acercan los días de las canas —algunas más que ahora— y esos ratos de ternura reviviendo antiguas fotos, únicamente nos queda, a todos esos viejos muchachos del ochenta y tres, el seguir viendo cada noche por YouTube, antes de acostarnos con las lagrimitas vírgenes de la nostalgia en frío, las imágenes que creíamos que solo formaban parte de nuestro olvido.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies