Fundesem, de Alicante y para Alicante
20 de octubre de 2022 DIARIO INFORMACIÓN
Trabajé unos cinco años en el cabo de las Huertas. El largo camino entre mi población de origen y Alicante, más aún sí, todavía, no habían dado las siete de la mañana, llegaba a su fin cuando, ya en la avenida Miriam Blasco, veía el cartel que señalaba el acceso a Fundesem. Entonces sabía que quedaba poco. Siempre que pasaba por delante me acordaba de mi amigo Javi, que había ido conmigo al colegio y quien, tras licenciarse en Turismo, en el 2005 cursó un máster en esa escuela de negocios. Yo, que venía y vengo del mundo académico y de las humanidades, poco conocía entonces de lo que se cocía puertas adentro de Fundesem, pero intuía que era bueno y provechoso. Mi amigo, que venía de su pueblo natal La Romana, terminó trabajando unos años en el Reino Unido, ganando lo que no está escrito, como solía decirnos, y después para una empresa de big dataportuguesa cuando nadie hablaba de big data y muchos menos sabían en qué consistía. Recuerdo que nos comentó, en uno de esos encuentros de antiguos alumnos, a qué se dedicaba y sonaba prácticamente a chino. Sin embargo, siempre he pensado que su éxito, además de gracias a su esfuerzo, estudio y constancia, se debió a su paso por Fundesem, lo que le supuso el empujón y el broche definitivo a su preparación.
Por ello, las continuas noticias que llegan de Fundesem son muy desalentadoras. Tampoco son nuevas. Como es conocido, su germen está en el Centro de Estudios Superiores de Alicante, una universidad privada de los jesuitas. Al comenzar en el antiguo aeródromo de Rabasa el Centro de Estudios Universitarios, grupúsculo del que nacerá la posterior Universidad de Alicante, la orden religiosa decide retirarse (son finales de la década de los 60 e inicios de la década de los 70), pero el entonces director del CESA, Enrique Barreneche, se resiste a retornar a San Sebastián y convence a un grupo de empresarios para crear una fundación sin ánimo de lucro, Fundesem, que surge para contribuir al desarrollo empresarial formando a los directivos y empresarios de la provincia. Con la internacionalización del país, llega también la de Fundesem. Son los años del éxito: con centenares de alumnos procedentes de Latinoamérica y la escuela se posiciona entre las cinco mejores de España.
Sin embargo, en 2013 llega el principio del fin. Al entonces presidente de les Corts, Juan Cotino, se le ocurre montar una escuela de directivos para las Nuevas Generaciones del PP, pero alguien le debió decir: «¿Para qué hacer lo que ya está hecho?». Es así como empiezan a llegar al Patronato que rige Fundesem personas y empresas afines hasta conseguir una mayoría que provoca que todo reviente. Es junio de 2013 y llega Miguel Rosique a la vicepresidencia-ejecutiva del Patronato. En ese momento, la fundación contaba con liquidez en caja y positivo en las cuentas. Tanto es así que hay dinero de sobra para pagar indemnizaciones por despido a diestro y siniestro.
Hoy, después de diez años, y ya con Cayetano Sánchez Butrón al frente, los profesores no cobran en tiempo, todo el personal ha sido despedido, ha habido dos concursos de acreedores, se ha creado y liquidado una S.L. y hay un agujero total de casi tres millones y medio de euros. Se pueden cometer errores en una gestión, o gestionar mal, o no saber rodearte de un equipo competente. Luego está lo que ha ocurrido en Fundesem. Un total despropósito.
Y es una verdadera lástima. Desde su creación en 1965, más de sesenta mil alumnos han pasado por sus aulas; profesionales que luego copaban los puestos directivos de las mejores empresas de la provincia, España y Europa; prácticamente el 90 % de los directivos de las empresas alicantinas han estudiado en sus aulas; y ha sido un referente nacional e internacional como escuela de negocios por su profesorado, por su implicación y por su calidad.
No podemos dejar que muera de inanición, no podemos permitir esa huida hacia delante, que pasa por un plan de viabilidad sin pies ni cabeza: realquilar el edificio al fondo de inversión británico que controla la Universidad Europea por cuatro veces más de lo que le cuesta a Fundesem el alquiler anual al IVACE, antiguo IMPIVA, que ya rechazó el citado plan. Y con razón. Pero se ha vuelto a presentar. Dicho negro sobre blanco: una universidad privada pretende alojarse en un edifico público para impartir cuatro grados de la rama sanitaria y hacer competencia a las universidades públicas de Alicante y de Elche. ¿Alguien más ve el sinsentido de todo esto? ¿En serio se va a consentir?
Más que nunca, hoy debemos apostar por un Fundesem que vuelva a sus orígenes y a su espíritu: la formación del futuro económico de nuestra provincia dirigidos y tutelados por quienes de verdad conocen el tejido empresarial de Alicante. Porque el capital extranjero será muy atractivo, pero, al final, todos sabemos cómo funciona el tema: se empieza por ceder el espacio, luego se externaliza la gestión y por último se extermina el proyecto. Así pues, y más allá de alcaldías, diputaciones y consellerías, Fundesem ha de regresar al modelo de sus inicios y con el valor añadido de su profesorado, experimentado y conocedor de la realidad económica y empresarial alicantina; para colaborar con las instituciones públicas, pero teniendo la suficiente independencia para seguir prestando servicio a las empresas de nuestra provincia, para continuar representando, promocionando y defendiendo los intereses generales del comercio, la industria y los servicios, los pilares de nuestra economía alicantina. Para seguir siendo de y para Alicante. Permitamos que sea así. El futuro nos lo agradecerá.
Por último, y retrotrayéndome a su génesis, por el bien de Alicante, me pregunto: ¿no habrá alguna asociación empresarial agradecida a Fundesem que dote de nuevo a esta provincia de una Escuela de Negocios de calidad y prestigio?