«Matar al mensajero» es una expresión que viene en nuestro ADN desde el amanecer de los tiempos. Desde que Sófocles la introdujo en su AntÃgona (Creonte quiso asesinar al Guardián que le dijo que el cadáver de Polinices habÃa sido enterrado, a pesar de la amenaza de muerte que caÃa sobre quien osara hacerlo, y el Guardián le contesta que «no hay quien quiera a un mensajero que trae malas noticias), la susodicha frase ha aparecido en diversas obras