Saltaba la noticia el jueves 24 de julio. No hubo nocturnidad, pero sí alevosía. Con (casi) todos los centros de vacaciones, los docentes desconectados, los equipos directivos respirando aliviados… Poli Suárez, consejero de Educación de Canarias, presentó a los medios de comunicación el Plan de simplificación administrativa y de mejora de la gestión de la educación en Canarias. Lo presentó a los medios primero, claro, porque enviarlo a los centros era mucho pedir. Primero la foto, la propaganda. Luego, en septiembre, el curro.

Resumido en 65 propuestas contra la burocracia, el documento es este. Y me lo he leído. Analizo cada punto:
plan-de-simplificacion-administrativaComo antecedentes, el documento se sitúa en 2017 (momento en que gobernaba también Fernando Clavijo, de Coalición Canaria, como si el paréntesis del hoy ministro Ángel Víctor Torres quisiera borrarse). En política es así: «todo empezó conmigo; antes, el caos». En aquel año (no olvidemos: hace ocho años), un estudio del Consejo Escolar de Canarias, extrajo varias conclusiones y presentó algunas propuestas de mejora:
- En general, los documentos institucionales y, en particular, los utilizados para memorias, sistemas de certificación de calidad o justificación y control de proyectos o fondos, deberían ser más funcionales y operativos, y por lo tanto, más claros y sencillos a la hora de cumplimentarlos y para permitir el volcado de sus datos.
- A partir de la reflexión sobre las relaciones actualmente existentes entre las dos grandes dimensiones de las tareas de gestión docente ―la gestión para el diseño de los procesos de enseñanza-aprendizaje y coordinación, y la gestión para la atención directa al alumnado y organización del centro―, se deben buscar fórmulas que reequilibren el trabajo docente y den respuesta a la demanda de conceder mayor relevancia a todas aquellas tareas que tienen que ver directamente con el aula y la atención al alumnado. Es decir, resaltar las funciones relacionadas con impartir clase, con la toma de decisiones sobre la promoción del alumnado, la gestión de conflictos y la mejora de la convivencia, entre otras.
- Es necesario proponer modelos de programación simplificados y de fácil aplicación, más abiertos y flexibles, que integren, además de contenidos y procedimientos esenciales, rutas de innovación metodológicas que faciliten el desarrollo de prácticas educativas innovadoras adaptadas al perfil, ritmo y progreso del alumnado.
- Reajustar y simplificar la estructura y extensión de los informes psicopedagógicos realizados por los profesionales de la orientación, especialmente en lo que respecta a los apartados de dictamen y respuesta educativa, así como los modelos de adaptaciones curriculares e informes individualizados
Los sindicatos (¡en 2023!, seis años después de las propuestas anteriores y con otra ley educativa sobre la mesa) remitieron sus argumentaciones y conclusiones.
Ahora, por fin, el Gobierno canario presenta un plan a dos años. Es decir, terminará en 2027 algo que empezó en 2017. Y veremos si se llega a cumplir. Pero ¿cuáles son esas propuestas? Veámoslas.

Muchas propuestas van por la creación, por parte de la administración, de modelos en formato digital. Ya existen, por ejemplo, con el Anexo V del plan de mejora. El problema será cuando envíen el modelo para el Proyecto de Gestión, las NOF o la PGA: ¿tocará actualizar lo que ya se tiene? Más trabajo…
Lo de eliminar el papel timbrado y que todo pase por firma digital, OJALÁ. Es absurdo, antiecológico y anti Agenda 2023 imprimir y encuadernar todas las actas en el dichoso papel timbrado del Estado cuando la administración cuenta con una nube cifrada. Otra cosa es que el Internet no se cuelgue cada dos por tres y no puedas consultar algo (si es que de repente te apetece consultar aquel claustro de enero de 1994).
El último punto ya se puso en práctica este curso… y con errores. Así que, lo de siempre: el secretario del instituto a hacerle el trabajo a la universidad pública para la PAU, un trabajo por el que la universidad ingresa un pastizal en forma de tasas.

Estos tres puntos deberían haberse cumplido hace muchos años. La documentación para renovar el Consejo Escolar es inmensa, todo en papel (volvemos a lo mismo: nula digitalización de la administración) y con una cantidad de chorradas repetitivas para que luego, por ejemplo, las familias ni siquiera se impliquen en lo que les debería incumbir, pero ese es otro tema.

¡Volvió a salir el Libro Verde Digital! Supuestamente, es un proyecto piloto que se implantó en algunos centros. En el mío tuvimos que actualizarlo, porque llevaba catorce años olvidado en un rincón el famoso/dichoso Libro Verde: un mamotreto en el que hay que escribir a mano, con boli azul, con unos códigos que nadie sabe y que luego nadie consulta. Una vez escrito, se olvida. La administración no sabe nada ni se consulta. Con lo fácil que sería que fuera digital y que la Consejería tuviera acceso a él al momento… Veremos si se cumple la promesa. Y luego el problema: ¿quién va a digitalizar el Libro Verde? El secretario. Si lo veo venir…

En mi centro ya tenemos un modelo simplificado para la programación didáctica, pero sí: sería conveniente que todos los IES, CEIP y CEO fueran en la misma línea y con unos documentos, si no idénticos, al menos bastante similares, para que cada destino no se convierta en un empezar de cero.

Más de lo mismo. Y es una pena que se haya tardado tanto en darse cuenta de ello: una misma administración debe tener documentos iguales, sea en El Hierro, Lanzarote o Gran Canaria.
Todas estas propuestas se refieren al ámbito documental. En una próxima entrada analizaré las del ámbito de gestión. Temblemos…
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