El 30 de mayo se estrenó en Netflix La viuda negra, a cargo de Bambú producciones, responsables de El caso Asunta o El caso Alcàsser. Lo primero que me sorprendió es que se trata de una película (supera por poco las dos horas de duración), máxime cuando asistimos, en medio de este boom de los true crime, a un torrente de series. Material había, desde luego, para hacer la clásica serie de ocho capítulos, pero los seis guionistas (¡seis!) han decidido que el conocido como crimen de Patraix u «operación Viuda Negra» se resuma en ciento veinticuatro minutos.
Veamos el resultado.
A estas alturas, quien esté un poco familiarizado con la crónica negra sabrá cuál es el caso real que se esconde tras La viuda negra. Todo ocurrió en agosto de 2017, cuando un vecino encontró el cadáver de Antonio (Arturo, en la película), asesinado al ir a recoger su coche en un garaje del barrio valenciano de Patraix. Su afligida esposa, Maje (interpretada por Ivana Baquero), aparece horas después por ahí, asustada porque no le contestaba a los mensajes ni a las llamadas. La película lo representa fielmente, pero desde el punto de vista inicial de Eva (Esther Maldonado en la realidad y Carmen Machi en la ficción), la inspectora de la Policía Nacional que resolverá el caso.
El punto de vista cambiará a lo largo de la película. Y me gusta que sea así. El guion se divide en tres bloques, dedicados a la inspectora, a Maje y a Salva, el autor material. Así fluye más y se aleja del subgénero procedimental (que a mí me gusta, por cierto, y que ahora podemos ver en la serie de RTVE Weiss & Morales).
Para los que conocimos el caso de primera mano, bien porque nos gusta la crónica negra o bien porque la víctima y su mujer procedían de Novelda, mi ciudad natal, nos hubiera gustado una miniserie, porque el caso da y daba para mucho. Pero entiendo que la estructura habría tenido que modificarse y, entonces, igual hacían falta dos guionistas más.
Aun así, era difícil condensar todas las posibilidades del personaje principal en dos horas, pero bueno, ha habido tiempo para una subtrama insulsa sobre la hija de la inspectora. Típicas páginas de guion que si desaparecen uno ni se preocupa ni se enfada. Sí me ha gustado la otra subtrama de la inspectora, la del subinspector asesinado en acto de servicio, Blas Gámez (Berni en la ficción), algo que ocurrió en la vida real y que se traslada a la ficción de una manera bastante creíble. Le da un punto de humanidad a la inspectora. Quizá pensaron que una hija con problemas añadiría más capas. Para mí, no.
Otro punto interesante es que la serie se rodó en Valencia y alrededores. ¿Podrían haber rodado exteriores en Novelda (Alicante)? Sí, supongo, pero la decisión de respetar a la víctima de los productores o del director, Carlos Sedes, pesó más. Por eso no se muestra en pantalla el crimen. No hace falta.
Para completar el trío protagonista, también Salva está muy bien caracterizado. Tristán Ulloa hace un buen papel como «tonto útil» para Maje. Me gustó y me resulta muy creíble.
Otra cosa es la historia. Si no supiera que se trata de un crimen real, seguramente diría: «¡Sí, anda! Esto no me lo creo».
Pero sucedió. Y sucedió tal cual, con ligerísimos matices (siempre hay alguien sacando punta en foros de internet…).
Por último, me gusta la valentía de la productora y de Netflix para sacar adelante un proyecto, que, por otro lado, se escribía solo, porque había material de sobra. Han plasmado muy bien los audios y los wasaps (he leído que han usado los auténticos) y las imágenes reales de los implicados en el crimen se superponen en la pantalla sin que rechine nada. Y es que Ivana y Tristán se parecen más a Maje y Salva que los propios Maje y Salva.
Y decía valentía en el párrafo anterior por la reciente situación del libro sobre José Bretón que iba a publicar Anagrama pero que al final tuvo que cancelar por el ruido mediático y a pesar de que un juez había dado el visto bueno. Son casos diferentes (en el de La viuda negra no hay menores de por medio), pero igualmente recientes.
¿Habrán pedido permiso a las familias para llevar el guion a la pantalla? Ni idea. ¿Haría falta hacerlo cuando prácticamente cualquier persona, solo recogiendo las informaciones que han salido en la prensa, sin ni siquiera acceder al sumario, podría escribir esta historia? Ahí está el debate, si es que alguien quiere moderarlo.
En definitiva, un buen true crime con unas buenas interpretaciones, aire de telefilm (tampoco tiene mayores pretensiones, creo yo) y una fotografía más que digna. Lo mejor que se puede ver un fin de semana por la tarde.
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