Stephen King, en su más que recomendable ensayo sobre el género Danza macabra, clasifica las historias de terror en tres tipos: terror, horror y repulsión. Las primeras son más difíciles de construir, porque consisten en provocar miedo sin enseñar el monstruo, solo con la sugestión, confiando en que la buena pluma del autor cree pánico en el lector. Las historias de horror sí muestran el monstruo, y cuanto más horrible sea mejor. En las terceras, como su propio nombre indica, lo único que se persigue es el asco, paseando por las páginas un sinfín de vísceras, sangre y masas informes. Lo que vendría a ser el gore.
Reseña de «Preventorio»
Carlos Samper Revuelta, en su segunda novela tras la exitosa El retorno de las hechiceras negras (que va por su tercera edición y subiendo), vuelve a dejar a un lado la fantasía para penetrar en el género de terror (recomiendo leer su relato «En lo profundo del lago»), invitándonos a un paseo por la primera categoría de las expuestas por King. En Preventorio (editorial Dilatando Mentes, 2017), cuatro jóvenes se internan por la noche en un antiguo hospital de tuberculosos de la provincia de Alicante que está casi en ruinas en pos de la adrenalina y de todas esas leyendas urbanas que han oído sobre el inhóspito lugar. Los pasillos del enorme edificio, los objetos abandonados y esa sensación de que puede haber alguien detrás de la siguiente puerta cerrada recorre cada una de las páginas.
Sin embargo, la maestría de la novela de Carlos Samper no está en esa historia ambientada en el presente (atención al subtexto de los teléfonos móviles y lo que conllevan), sino en cómo se entreteje esa trama con otra, enclavada en los años 50, una vez que el lujoso Hotel Balneario Miramar pasó a convertirse en preventorio, donde al mismo tiempo que se dan las respuestas a la vertiginosa trama de los jóvenes se crean nuevas preguntas que mantienen la tensión a lo largo de todo el libro y esa necesidad de ir pasando páginas para adentrarte en el misterio.
Llegados a este punto, ni que decir tiene que el hospital de tuberculosos existió de verdad, se encuentra en la localidad alicantina de Aigües de Busot y es un poso para historias tenebrosas, supuestas apariciones, psicofonías y demás componentes del abanico de lo desconocido.
Carlos Samper nos describe el entorno a la perfección, sobre todo para aquellos que no hemos tenido aún la osadía de recorrer sus pasillos una noche de luna llena como la que reúne a los cuatro protagonistas: las parejas César y Paula, y Jorge y Cristina (aquí es más que evidente el autoguiño del escritor a su esposa y amigos, con los que, según nos cuenta en los agradecimientos finales, se adentró una noche en el antiguo hospital).
En definitiva, una novela de ágil lectura y con una impecable edición de Dilatando Mentes, una editorial alicantina de reciente aparición que poco a poco se está haciendo un hueco en el género. A la historia, ilustrada por Cecilia G. F., la precede un prólogo del escritor Tony Jiménez y un epílogo de la periodista Elena Merino, además de tener material fotográfico del preventorio en su estado actual e información sobre otros lugares misteriosos de España.
Muy recomendable. Podéis adquirirla aquí o en cualquier librería.