Servidor siempre ha estado en contra de la censura, sobre todo la que viene de arriba y coarta las libertades básicas de expresión y opinión de las personas, y más concretamente de los artistas. La semana pasada acabé de leer, en el marco de un verano casi plenamente borgiano (el volumen que recientemente han publicado la RAE y las Academias de la Lengua Española es, como indica el mismo título, «esencial») un libro que recoge textos de Jorge Luis
Mes: agosto 2017
De vez en cuando llega un libro y te cambia todos los esquemas. Me pasó hace tiempo con una novela de fantasía épica. Y me ha vuelto a pasar con Lo que quiero lo consigo, ópera prima de Amanda Seibiel (editorial Terra Ignota, 2017), una voluminosa novela erótica de poco más de cuatrocientas páginas que, sin embargo, uno se ventila en dos o tres días. Si mi negación a acercarme al género de la fantasía épica nació en mi adolescencia, cuando
Stephen King, en su más que recomendable ensayo sobre el género Danza macabra, clasifica las historias de terror en tres tipos: terror, horror y repulsión. Las primeras son más difíciles de construir, porque consisten en provocar miedo sin enseñar el monstruo, solo con la sugestión, confiando en que la buena pluma del autor cree pánico en el lector. Las historias de horror sí muestran el monstruo, y cuanto más horrible sea mejor. En las terceras, como su propio nombre