Sergio Mira Jordán

La zarzuela de los hermanos Machado

Noviembre de 2022 REVISTA DE SANTA CECILIA

Relacionamos a los hermanos Machado con la literatura. Todos hemos leído algún poema de Campos de Castilla, escrito por Antonio; los más mayores, antes de la enésima reforma educativa que todo lo cercena, quizá recordemos aquellos versos del mayor de los hermanos, el olvidado Manuel, que nos hacían aprender de memoria: «Vino, sentimiento, guitarra y poesía / hacen los cantares de la patria mía».

Tal vez también sepamos que, antes de que la Guerra Civil los partiera por la mitad, ambos hermanos colaboraron en siete obras de teatro, casi a la sazón de un estreno por año a partir de 1926. La cuarta pieza es la más conocida. Estrenada en noviembre de 1929 en el madrileño teatro de Fontalba, lleva por título La Lola se va a los puertos, tiene tres actos y está escrita, como casi toda su producción conjunta, en verso. Fue un éxito. En la edición impresa participó también el pequeño de los Machado, José, pintor, que acompañó a Antonio y a su madre en la huida de España en aquel frío febrero del 39 en el que la muerte los alcanzó.

El origen de la obra se remonta al año anterior, tras el estreno de Las adelfas. La idea era escribir una comedia andaluza para Lola Membrives. El nombre de pila de la actriz los llevó al poema «Cante hondo», de Manuel Machado, publicado en El liberal en 1916 y luego  incorporado al libro Sevilla (1919, aunque ahí llevaba el título «Cantaora»), que glosaba una copla popular: «La Lola, / la Lola se va a los Puertos, / la Isla se queda sola». El núcleo temático también estaba claro, como escribe Ian Gibson (Ligero de equipaje, 2016): «el cante jondo, con el inevitable recuerdo del padre, el primer flamencólogo español; la Andalucía occidental, la baja, que es su patria; las reminiscencias de los viajes a ultramar de sus antepasados; y la posibilidad de satirizar […] el caciquismo».

Se estrenó el 8 de noviembre de 1929. Al día siguiente, en la edición matinal del ABC (página 36) leemos: «los Machado infunden a su comedia panegirista un aire de realidad en las humanas pasiones y sentimientos, que animan a sus personajes. […] El verso —predomina el romance  octosilábico—, que atavía el cuerpo de la comedia, no tiene almidonada afectación. La claridad y la sencillez, su señoril donaire y lírica efusión se acomodan con toda propiedad». Para celebrar las cien representaciones (y darse un baño de multitudes, necesario porque estaba en horas bajas), el dictador Miguel Primo de Rivera agasaja en el hotel Ritz a los hermanos. En la conocida instantánea, los Machado aparecen cigarro en mano, Antonio con una sonrisa que habría de «helarle el corazón», y, junto a ellos, el dictador y su hijo, José Antonio, que moriría fusilado en la cárcel de Alicante tan solo siete años después.

Ya entonces, Antonio y Manuel pensaban convertir su gran éxito teatral en una zarzuela. El género musical español por excelencia gozaba de buena salud (recordemos que, entre 1926 y 1936, se estrenaron piezas tan reconocidas como El huésped del sevillano, El último romántico, La Dolorosa, La rosa del azafrán, Katiuska, Luisa Fernanda, La del manojo de rosas o La tabernera del puerto) y, al igual que ahora toda novela de éxito tiene una segunda vida como serie o como película, en aquellos tiempos el salto del teatro al teatro musical era algo natural. El compositor granadino Ángel Barrios, amigo de García Lorca y Manuel de Falla, se encargaría de la música y los acontecimientos fatales de la década postergarían el proyecto hasta 1951, ya muertos tanto Manuel como Antonio, cuando la zarzuela se estrenó en el teatro Albéniz de Madrid con libreto de los hermanos Fernández-Shaw. Cuatro años después, a finales de 1955, se estrenaba la versión operística, esta vez en el Liceo de Barcelona. Ambas tenían dos actos.

Para entonces también se había hecho una versión cinematográfica, con guion de José Manuel Fernández y dirigida y producida por Juan de Orduña, responsable de la archiconocida El último cuplé, con Juanita Reina como Lola. Por último, en 1993 se estrenó la versión más reciente, escrita y dirigida por Josefina Molina, con Rocío Jurado en el papel principal.

Sea como fuere, es, sin duda, la faceta menos conocida de los hermanos Machado y la que, como músicos que somos, más nos toca de cerca. Escuchemos, pues, y disfrutémosla, claro, La Lola se va a los puertos.

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