Tal y como sucede en el relato de Borges, yo también me dispongo a soñar un hombre. Voy a transgredir las normas no escritas de los sueños, me saltaré décadas de estudios, monografías y seminarios sobre psicoanálisis y voy a construir ese hombre, ser humano mejor dicho, porque no será ni hombre ni mujer sino los dos sexos al mismo tiempo. Un ser humano que no sea ni alto ni bajo, sino que contenga esas dos cualidades genéticas. Una persona con los ojos claros y oscuros, negros y grises, con una vista perfecta y miope, con los cabellos largos y cortos al mismo tiempo, con voz ronca y aguda. Con los pómulos marcados y redondeados, sin vello facial y con una profusa barba. Una persona esbelta o gruesa, a la que le guste el mar y la montaña, que prefiera leer el libro y ver la película luego, o ver la película y leerse el libro después, o ninguna de las anteriores. Un ser humano a quien le guste sentarse en el silencio de una habitación vacía a contemplar la quietud de la pared y que guste también del ambiente ruidoso de un pub en pleno centro en hora punta. Y no me refiero a que le guste hacer por igual esas dos cosas, sino a que las haga al mismo tiempo, en el mismo instante.
Esa persona, ese alguien que invento y creo en mi sueño dirigido despertará y, quién sabe, querrá soñar y crear a otro ser humano, del mismo modo que yo ahora escribo esto gracias al sueño de alguien que me permite hacerlo. O no…
Es el poder de la imaginación. Si podemos imaginar un ser humano sin ningún tipo de dualismo, al que únicamente podríamos describir llamándolo «ser humano», sin antónimos, ¿no seríamos todos iguales? ¿Es que acaso no somos ya todos iguales? Estarán de acuerdo conmigo en que cualquier descripción lleva implícito su contrario. Pero el Tao nos dice que no hay dualidades, sino que el Todo contiene ambos aspectos contrarios. No hay luz ni sombra, sino que la luz y la sombra forman parte de lo mismo, están en la misma esencia. No existiría una sin la otra. Igual con lo demás. Si no existe alto sin bajo, ni rubio sin moreno, ni izquierda sin derecha, ni humilde sin orgulloso, ¿no será que todo forma parte de lo mismo?
Si podemos crear un ser humano (hagan la prueba en sus sueños) sin ningún tipo de carga, un ser humano que solo sea ser humano; si podemos soñar con alguien que no tenga ninguna diferencia porque las tiene todas, ¿no podremos soñar también con un mundo donde las diferencias se diluyan? Si entendemos la diferencia como integradora, si tratamos de transmitir esa idea a nuestro sueño, o a nuestros hijos, o a las generaciones venideras, ¿se haría realidad? Si supiéramos el poder que tenemos…