No sé si ha salido en televisión, pero sí en prensa. Además, ha sido mil veces retuiteado y comentado, sobre todo, es normal, en círculos y grupos de profesores. He aquí la noticia:
El suceso es vergonzoso, desde luego, y, aunque no se llegue a esos extremos, más habitual de lo que creemos: faltas de respeto, insultos, empujones, miradas desafiantes… El abanico es inmenso y, ahora, también se traslada a las redes sociales, donde el profesorado ha de actuar de forma anónima o privada si quiere sortear las capturas de pantalla, los mensajes fuera de tono o los comentarios fuera de lugar. Esta vez ha pasado en ese instituto de Sevilla (que, por lo visto, no destaca por su conflictividad), pero podría haber pasado en cualquier otro lugar y a cualquiera.
El problema es que les pasa casi siempre a las profesoras. Los abusones, que solo se atreven con el débil, mayoritariamente se comportan peor con ellas, porque han sido educados en la cultura del machismo. No todos los alumnos llegan al insulto o a la violencia física, pero hablan más en las clases de ellas, se comportan peor y ahí toca elevar y forzar más la voz. Lo hemos visto todos en cualquier instituto. Reflejo de lo que ven en sus casas, claro. Reflejo del machismo imperante en la sociedad.
Por eso, y conectando con la otra noticia de la semana, era importante que Rigoberta Bandini o Tanxugueiras ganaran el Festival de Benidorm (ahora rebautizado como Benidorm Fest) y fueran a Eurovisión con sus canciones reivindicativas de mujeres fuertes, empoderadas, libres. Hubiera sido un buen mensaje que trasladar a Europa, acompañado de dos canciones potentes, pegadizas, con puestas en escena cuidadas. Pero no. A pesar de que fue la favorita del público en la primera semifinal, los votos del jurado, previendo el resuelto muy a favor hacia el grupo gallego, lo habían dejado todo bien atado: finalmente, la cantante Chanel representará a España en Turín con una canción reguetonera, simplona y con una letra en spanglish que es un cúmulo de machistadas sin pies ni cabeza:
Una canción que pone a la mujer a la altura del betún. Luego nos llevamos las manos a la cabeza con noticias como la de ese instituto de Sevilla, pero si un adolescente solo escucha canciones —incluso cantadas por ellas— que convierten a la mujer en un objeto, luego no nos sorprendamos cuando eso se traslade a la vida real.