El sábado 19 de octubre, El mundo publicó un análisis comparativo de tres modelos de la nueva PAU LOMLOE y competencial a la que se enfrentará el alumnado de 2.º de bachillerato el próximo junio de 2025. La periodista Olga R. Sanmartín recurrió al documento Propuesta para una PAU común que el Partido Popular pretendía instaurar en las comunidades en las que gobierna, que son 13 (a las que se podría añadir Canarias, donde el PP está en el gobierno que preside Clavijo, de Coalición Canaria). La periodista nos pasó a algunos profesores los modelos de Galicia, Murcia y Madrid, además del documento marco del PP para analizar cuál se aproximaba más a lo que se demandaba desde Génova 13. Avance: ningún gobierno se atuvo a las directrices de Feijóo. Y el que menos —para sorpresa de nadie— la comunidad que preside Ayuso. De hecho, hace días saltó la noticia de que el Partido Popular reconocía que la propuesta de una PAU común para más de media España era inviable desde el inicio.
Aquí dejó la página del periódico:

Pero ¿qué ocurre en Canarias? Desde el jueves pasado el profesorado del último curso de Bachillerato tiene acceso a diferentes documentos y, lo más importante, tres modelos de prueba PAU. Veamos en qué consistirá el examen de Lengua Castellana y Literatura y comprobemos si se parece en algo a la prueba piloto a la que se enfrentaron algunos estudiantes en marzo de 2023 (que ya analicé aquí). Avanzo que tampoco tiene nada que ver. Creo que la tónica general es (mal)tratar a los chavales como si fueran conejillos de Indias. Su formación es lo de menos.
El primer documento que nos encontramos es el guion de la prueba.
Guion-de-la-prueba.-2025Cinco preguntas que valen 7 puntos. Los otros 3 corresponden a expresión escrita, detraídos del examen en la forma en que se explica en la siguiente rúbrica de corrección:
RUBRICALo primero que llama la atención es la altísima optabilidad del examen canario. Cada pregunta permite elegir entre dos y seis cuestiones, como se ve en los tres modelos publicados:
Como ya hice en su día con aquella prueba piloto, empiezo por lo que me gusta. Me gusta mucho, porque ya iba siendo hora, que el alumnado tenga que leer dos obras completas (Crónica de una muerte anunciada y La casa de Bernarda Alba). Hasta ahora, solo aparecían tres fragmentos de cada una de ellas en el marco de la opción de literatura, además de tres poemas, de Antonio Machado, Pedro García Cabrera y Josefina de la Torre, por lo que cabía la posibilidad (me dirán que no sucedía, pero sé que sucedía) de que hubiera alumnos que solo conocieran esas tres páginas de esos libros. Igualmente, me gusta mucho (también iba siendo hora) que los estudiantes canarios tengan que hacer lengua y literatura en lugar de lengua o literatura, que para algo la asignatura se llama Lengua Castellana y Literarura. Sin embargo, sigue siendo escaso el peso que se le da a la literatura. Trabajar tres poemas y dos libros completos (libros cortos, dicho sea de paso) durante todo un curso es denostar toda la riqueza literaria de nuestro siglo XX.
Me gusta también que se introduzca en el examen una sección de producción escrita, vinculada con el texto inicial del examen (aquí entra la multimodalidad textual que se menciona en el currículo). No hay posibilidad de elección en esta pregunta. La extensión es correcta, entre 350 y 450 palabras, lo que nos llevaría a, más o menos, la cara de una hoja, teniendo en cuenta que en cada línea entran unas diez o doce palabras manuscritas. Pero, volveré a ello más adelante, el tiempo es un problema. Si les enseñamos a nuestros alumnos que las producciones escritas requieren planificación, revisión y corrección, dudo que haya tiempo para todo eso, siempre que no estemos ante un alumno brillante. Por otra parte, la pregunta de literatura (la otra que vale 2 puntos), bien se elija la teórica o bien la que se vincula con el texto inicial, no requeriría tanta planificación (además, es más breve, entre 250 y 350 palabras) e invita a que el estudiante parta, sobre todo en la segunda, de ejes temáticos trabajados en clase.
¿Qué es lo que no me gusta? Las tres primeras preguntas, que valen 1 punto, se responden brevemente, demasiado brevemente, algunas (como la 1b del modelo 2 o la 3e del modelo 3) en apenas dos líneas. Por otro lado, tal brevedad ayuda, porque hay partes de ese examen con tantísimas preguntas donde elegir que 90 minutos se me antoja poco tiempo para leerlas todas, escoger una de cada apartado y, además, tener tiempo para redactar el texto del apartado 4 y la pregunta de literatura del 5. Es decir, es bueno que el contenido haya aumentado, pero no puede ser nunca a costa de que solo los alumnos excelentes puedan llegar al final del examen con el tiempo suficiente de poder releerlo y corregir.
En definitiva, una propuesta (otra más) que se aleja de esa PAU común soñada por el PP. Y eso que el consejero de Educación canario, Hipólito Suárez, es del Partido Popular. Un modelo de examen (al menos, este de Lengua Castellana y Literatura) que supone un cambio radical en la selectividad tal como se conocía en las islas en la última década. Una auténtica revolución. Pero con muy poco tiempo para llevarla a cabo y poco o ningún consenso entre el profesorado que va a tener que preparar a miles de estudiantes de aquí a junio de 2025. Lo que incrementará la preocupación, los nervios y la ansiedad de un alumnado ya de por sí preocupado, nervioso y ansioso. Mal plan.
Por último, un deseo, que va a caer en saco roto: ¿no podrían todos estos cambios hacerse con una planificación de dos años? Es decir, que fueran quienes están ahora en 1.º de bachillerato los que tuvieran que enfrentarse en 2026 a este modelo de examen. Eso supondría que existe planificación y que los políticos se preocupan, no ya por la salud mental de chavales y chavalas de 17 años, sino también de la salud educativa de todo un país.
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