Salgo de ver Múltiple (el último largometraje de ese director de apellido impronunciable que nos engatusó con El sexto sentido) y, después de confirmar con mi pareja que estamos ante un auténtico peliculón, buceo en internet para ver cómo ha caído entre el resto del público. Vaya por delante que un servidor es muy dado a considerar «peliculones» cintas que a otras personas solo les provocaron bostezos interminables. Podría ponerles la relación que, a bote pronto, me viene a
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Aristóteles ya hablaba en su Poética de la verosimilitud. Como el griego escribió ese pequeño manual hace dos mil cuatrocientos años, pueden imaginarse cuántos han sido los que han glosado, (mal)interpretado, criticado, comentado y justificado sus palabras. Si nos vamos al original, pasado por el filtro de la traducción (y en las traducciones de los clásicos todos sabemos que hay mil versiones y mil y una posibilidades, y sobre ello se puede leer la introducción que del Arte poética
Hay libros que devoras al instante, una vez fuera de la librería, recién pisada la calle, o una vez abierto el sobre que contiene el envío. Sin embargo, otros libros aguardan en la estantería el momento justo de ser leídos. Porque hay volúmenes que necesitan ser comprados en una época concreta de nuestras vidas pero cuya lectura, no obstante, quizá requiera unos años de espera. Esto último es lo que me ha pasado con Història de Novelda. El passat
Es una historia conocida, repetida a lo largo de los tiempos y almacenada en las enciclopedias literarias para estudio, análisis y tranquilidad de escritores futuros. Chuck Palahniuk escribió El club de la lucha (en original, Fight Club) porque ninguna editorial le compraba su primera obra, Monstruos invisibles, la historia de una top model desfigurada tras un accidente que cruza Estados Unidos robando medicamentos de los botiquines de los ancianos para luego vender una parte y tomarse la otra. En
Joaquín Juan Penalva (Novelda, 1976) publicó el año pasado Anfitriones de una derrota infinita en la editorial Huerga & Fierro. Con el reciente Premio de la Crítica Valenciana en su modalidad de poesía, vuelvo a leer estas páginas, estos treinta y un poemas que, como los cuadros de Edward Hopper, se terminan enseguida pero se recuerdan durante días, con el fin de escribir unas líneas que, de seguro, son la mejor manera de reabrir este blog de mi renovada web. El