Lágrimas de risa

Desde 2002, hoy, 17 de julio, es el Día Mundial del Emoji. La razón es simple: si uno va a cualquier teclado y pulsa en la lista de emojis, el calendario está parado eternamente en el 17 de julio. Sería interesante averiguar el porqué. De momento, y descartado el día de su cumpleaños, quiero pensar que es la fecha en la que Shigetaka Kurita, el diseñador japonés al que se le atribuye la creación en 1999 de los primeros ciento setenta y seis emojis, tenía que entregar el trabajo a sus jefes.

Hoy son poco más de tres mil los emojis que podemos emplear, entre otras aplicaciones, a la hora de mandar un mensaje por WhatsApp o Telegram, un correo electrónico en Gmail o publicar contenido en Facebook, Twitter o Instagram. A estas alturas de la película no hará falta recordar que un emoji es una pictografía que representa caras, comida, plantas, actividades, emociones, etc.

De esos 3019 emojis, la mayoría (1606) se dedica a personas y cuerpo humano. Hoy en día son tan conocidos y empleados que incluso han protagonizado una película (Emoji: la película), de infausto recuerdo. De hecho, son tan utilizados que, cuenta hoy El País, según la herramienta emojitracker, en Twitter triunfa el emoji titulado «Face with Tears of Joy» [Cara con lágrimas de alegría]. Básicamente, este:

Se ha tuiteado 2 485 057 462 veces. Casi nada.

Los emojis son los herederos de los antiguos emoticonos, que cada vez se utilizan menos. Leyendo el artículo antes mencionado me ha venido a la mente un trabajo que hice en la universidad, no sobre ellos en particular, pero sí sobre los chats, donde aparecían con mucha frecuencia. Como uno no tira nada, lo he encontrado en el disco duro portátil que usaba por aquel entonces (2003). Era el trabajo final para la asignatura de Español coloquial y se titulaba precisamente «El español coloquial en el chat». Me autocito:

Los emoticonos, como define Yus [F. Yus (2001), Ciberpragmática. Barcelona, Ariel, 128], son «combinaciones de signos de puntuación simples cuya unión (…) parece formar diferentes expresiones de la cara» y deben mirarse inclinando la cabeza a la izquierda 90º. Se utilizan para ahorrar tiempo a la hora de escribir en un chat y han llegado a constituir toda una fuente de ingenio e imaginación por parte de los usuarios.

Así, los hay de diversos tipos; los más sencillos, señalados anteriormente, son el de risa o alegría  [:-)] y enfado o tristeza [:-(], aunque hay otros muchos, menos empleados, que se incluirían dentro de la información no verbal visual que desaparece por completo en el chat.

Por ejemplo, por medio de los emoticonos podemos señalar burla [:-p], carcajada enorme [:-D] o el antes mencionado de ironía o complicidad [;-)]. Otros son menos utilizados, como [:-&] para expresar enojo, [:-*] para señalar un beso, [|-O] que indica que el usuario bosteza, [:’-(] que expresa llanto, etc. Hasta llegar a verdaderas obras de arte simbólicas, que citaré tan sólo como curiosidad de lo que puede llegar a construirse con simples signos de puntuación: <‘))))>< (pescado), : @) (cerdo), <:~__)- (ratón), >- (mujer), :- ? (fumador en pipa), :-{) (con bigote), (o)(o) (busto), etc., pero que muy raramente (por no decir nunca) se emplean.

Hay que ver lo que han evolucionado internet y las comunicaciones personales en dieciséis años.

Sin embargo, la proliferación de emojis en nuestras conversaciones está provocando un retroceso en la riqueza, variedad y uso de nuestro lenguaje escrito. En muchas ocasiones, perdemos un tiempo vital tratando de encontrar el emoji perfecto de entre los cientos que tenemos a nuestro alcance antes de plasmar con palabras esa misma idea. Volvemos a lo mismo: es fruto de esta sociedad que premia lo visual y lo inmediato. Ya expuse esa idea hace unos días. Reincido en ella: estamos perdiendo la reflexión en pos de una concreción que, si bien no es mala en ciertos contextos, puede ser perjudicial cuando está en juego lo mejor que tiene el ser humano: la palabra.

Aun así, no es algo que solo afecte al texto escrito. Ya apuntaba hace unas semanas el diario El País que en tan solo una década, la que va de 2009 a 2019, a pesar de que la edición de libros había crecido, la paginación se había reducido, de media, en unas veinte páginas. Y no es algo que pase exclusivamente con la creación literaria (volvemos a mi artículo anterior: cada vez se ven menos lectores de libros por la calle, cuando cada vez hay más lectores de tuits por la calle). Contaba el periódico El Mundo que esas prisas por consumir y pasar a lo siguiente también afectaba a las canciones y las películas.

¿Qué está pasando? Que cada uno reflexione y saque sus conclusiones. Puede que algunas de ellas estén en el ensayo El código emoji, del lingüista británico Vyvyan Evans, citado en el artículo que compartía al inicio de esta entrada. No he encontrado traducción española. Para mí, es sintomático de cómo nos tomamos el mundo que precisamente el emoji más utilizado en Twitter sea el de una cara tronchándose, llorando de risa.

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