Los contenidos mínimos de Lengua Castellana

Se lio en apenas unas horas. El compañero profesor Daniel Villacastín subió ayer un tuit (o post, como se llaman ahora) y, claro, la bipolaridad hizo el resto. Este era el mensaje:

A partir de ahí, imágenes de algunas páginas: ejercicios de composición (de esos que hoy llamaríamos competenciales), contenidos profundos y, lo mejor, referencia a un libro con lecturas varias, donde hay pasajes del arcipreste de Hita, Jorge Manrique, Garcilaso, Quevedo, Espronceda, Machado, Lorca, Cervantes, Delibes, Torrente Ballester, Valle-Inclán, Gala… Recuerdo que es un libro de 7.º de EGB, que correspondería a nuestro actual 1.º de ESO. Pero el nivel no ha caído, no. Lo que le cayeron al profesor fueron cientos de críticas: revisionista, opresor, adorador de un pasado de tiza y palo… Enfrente, quienes damos clase y nos enfrentamos a la merma de saber que hay ahora, constatábamos la debacle.

En 8.º se añadía en el libro de la editorial Senda literatura universal. Sí, esa que la LOMLOE ha tenido que legislar porque antes no se veía. Nótese la ironía. En entradas anteriores ya hablé de las Orientaciones metodológicas que el ministerio publicó para el curso 70/71, recién inaugurada la nueva Ley de educación. Hoy traigo a colación algo más reciente, de noviembre de 1982: el Real Decreto 3087 por el que se regulaba los contenidos mínimos de 6.º, 7.º y 8.º de EGB.

A32011-32017

Lengua Castellana se dividía en siete bloques. A saber:

  1. Lenguaje oral
  2. Lenguaje escrito
  3. Vocabulario
  4. Reflexión gramatical
  5. El lenguaje y los medios de comunicación social
  6. Literatura y comentario de textos
  7. Técnicas de trabajo

No muy alejado de las áreas que hoy tenemos, divididas en bloques competenciales. Veamos esos contenidos mínimos y veamos si podemos ponerles algún pero.

Comprensión y expresión oral, en resumidas cuentas. ¿Nuestros alumnos de 2.º de ESO serían capaces de eso? La LOMLOE actual, salvo por la erradicación y el menosprecio absoluto por la memoria, no pide nada muy alejado de lo que pedía, como acabamos de leer, la carca EGB. Sin embargo, destaco un aspecto que creo que apenas se trabaja, la improvisación, ese «decir de repente» del que hablaba Quintiliano hace dos mil años. ¿Son capaces nuestros alumnos de trece o catorce años de improvisar, con coherencia y cohesión, un texto oral, sea por ejemplo el resumen de una película o un libro o la narración de lo que hicieron la tarde anterior?

Pasemos a lo que hoy llamamos comprensión y expresión escrita:

Curioso que el Real Decreto nombre la cantidad de palabras por minuto a la que los estudiantes debían leer y escribir —¡como mínimo!— al acabar 8.º de EGB. Desconozco si se llevaba a cabo a rajatabla, porque nunca vi a mis profesores cronómetro en mano, pero lo que sí era raro ver entonces y común ahora es el silabeo al leer en voz alta.

Atención también a presentar «los escritos limpios, ordenados y con una escritura clara y legible». Sobre esto conozco gente (profesores de universidad, sin ir más lejos) que pondrían el grito en el cielo: ¿para qué escribir a mano con pulcritud?, dirían, ¡y además con corrección ortográfica!, ¿para qué todo eso si existen los ordenadores y los correctores automáticos? En fin…

Lo demás es prácticamente idéntico a la LOMLOE. Sí que era carca la EGB.

El bloque 3 redunda en el uso de la lengua, aplicable a los dos anteriores: la expresión oral y escrita. Nótese la repetición del verbo utilizar. Lo que aquí se menciona (comprender vocabulario básico, asimilar palabras nuevas, usar sinónimos y antónimos, emplear frases hechas, refranes, modismos…, evitar extranjerismos innecesarios…) no está lejos de lo que debería desear cualquier profesor en general, cualquier profesor de Lengua Castellana en particular y, por qué no decirlo, cualquier ciudadano que se precie.

Este bloque 4 es el que más ha cambiado en estos últimos años, sobre todo a raíz de la aprobación de la LOMLOE, que apuesta por la reflexión sintáctica en lugar del análisis sintáctico. Para los gurús del nuevo currículo, que obviamente detestan la EGB porque se pegaba, el conocimiento primaba sobre todas las cosas, se obligaba a recitar la lista de los reyes godos, había tarimas y demás sandeces, analizar una oración con sus cajitas y todo es inútil. Hubo polémica en X/Twitter también estos días, aunque es una polémica recurrente. Como hemos visto, el bloque se llamaba «reflexión gramatical». Curioso que se emplee ese sustantivo, ¿verdad? Lo que se pedía, además del puro análisis y conocimiento de la lengua, era crear oraciones, formar frases, modificar oraciones ya dadas…, todo con ánimo de «saber hacer». Porque la EGB era bastante competencial, aunque ella no lo supiera y quienes estudiaron bajo su paraguas no quieran reconocerlo para no estropear su discurso.

Este bloque 5 (el lenguaje y los medios de comunicación social) es el que quizá más ha cambiado. Obvio, por otro lado. Hoy incluimos internet, los pódcast, los blog… Pero también mandamos hacer «periódicos»: digitales o manuales, por lo que para ello han de conocer cómo es un diario, las partes en que se divide, los recursos del periodismo. Poco ha cambiado eso desde entonces. ¿Volvemos a leer el 5.2 y el 5.5? ¿Está hablando de fake news? ¿Está hablando de tergiversación? Sí que era carca la EGB…

Este penúltimo bloque se dedica a literatura y a comentario de textos (¿hacen comentarios de textos nuestros alumnos de 1.º y 2.º de ESO al nivel de lo que se pedía, como mínimo, en 7.º y 8.º de EGB?). Se leían entonces distintos fragmentos de literatura castellana, de distintas épocas y movimientos, siempre «al alcance de la comprensión del alumno», con un mínimo de dos lecturas completas en lo que hoy sería el primer curso de secundaria y tres para segundo. ¿Hemos avanzado? ¿Siguen leyéndose varios fragmentos de literatura castellana en el primer ciclo de la ESO? ¿Siguen leyendo alguna o algunas obras completas? De eso ya he hablado muchas veces en el blog, la última hace poco. Y es que la EGB era muy carca, pero bienvenida sea esa carcundia.

Por último, el bloque 7 era general, relacionado con las técnicas de trabajo que el alumnado debía realizar en ese último ciclo de la EGB, no ya solo en Lengua Castellana sino en el resto de las asignaturas.

Resumir lo leído o escuchado, realizar esquemas, tomar apuntes, buscar información (hoy añadiríamos, a la biblioteca, internet)… De nuevo, nada del otro mundo, ¿no? Nada, desde luego, que no quisiera para mis alumnos o para mis hijos.

Entonces, para acabar, ¿qué había de malo en esa EGB que tanto se critica ahora? ¿Por qué había que derogarla sí o sí? ¿Por qué derogar las siguientes leyes, lustro tras lustro? ¿Por qué no se podían ir añadiendo modificaciones, mejoras a una ley que en poco o nada difiere de la espectacularísima y bondadosa LOMLOE? ¿Llegaremos a ver algún día un pacto de Estado por la educación? Ojalá que sí, pero seguro que no.

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